La guerra civil libia de 8 años llega a Trípoli

La guerra civil libia de 8 años llega a Trípoli

CIUDAD DE MÉXICO.- Hace ocho años, Libia era el país africano más avanzado hasta que la intervención occidental para derrocar a Muammar Gaddafi hundió su territorio mediterráneo, vasto y árido, en una guerra civil que amenaza con el asedio de Trípoli, como parte de la ofensiva lanzada por el general Jalifa Haftar.
Pese a las aventuras de Gaddafi en Chad, la frontera egipcia e incluso Tanzania, es innegable que la campaña aérea de la Alianza Atlántica que apoyó una rebelión islámica y tribal en medio de la “Primavera Árabe”—el dictador de Egipto, Hosni Mubarak, también cayó en 2011 a manos de la Hermandad Musulmana—desató el caos y la inestabilidad en África del Norte, sin ofrecer una alternativa política viable.
Gaddafi, en el poder desde 1969, desarrolló un sistema de democracia directa y de comunidades autónomas basadas en Comités Locales, Congresos Populares y Consejos Ejecutivos Revolucionarios, que proclamaron diez años más tarde la Yamahiriya o “gobierno de las masas populares por sí mismas y para ellas mismas”.
Hubo logros detrás de las consignas en rechazo al capitalismo materialista y el comunismo ateo.
Aprovechando los altos precios del petróleo, el ingreso por persona en Libia ascendió a más de USD $12,000 y su Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) creció más que el de Arabia Saudita, sin créditos del exterior.
En la víspera del bombardeo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) al país, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU había preparado un reporte que elogió a Trípoli por mejorar la protección legal de sus ciudadanos, las oportunidades educativas y el acceso a la vivienda.
A diferencia de muchas otras naciones árabes, las mujeres en Libia tenían derecho a educación, trabajo, divorcio, propiedad e ingresos.
Para 2013, más de la mitad de los estudiantes universitarios eran mujeres y las madres trabajadoras disfrutaban beneficios como bonos en efectivo por sus hijos, guarderías y centros de salud gratuitos, así como jubilación a los 55 años.
En general, se proporcionaba ayuda financiera para servicio eléctrico gratis y préstamos sin intereses, becas universitarias y programas laborales. Menos personas vivían por debajo de la línea de pobreza que en Países Bajos.
Adicionalmente, la mayor red subterránea de tuberías y acueductos del mundo (casi 3,000 kilómetros), el Gran Río Artificial, fue construida entre 1984 y 1996, aportando agua fresca para Trípoli, Bengasi y Sirte al tiempo que impulsó el desarrollo económico de la región meridional, parte del desierto del Sahara.
El error de Gaddafi
Se ha dicho que el gran error cometido por el popular coronel Gaddafi fue su búsqueda de una política exterior independiente y el liderazgo regional, lo que llevó a choques militares con Estados Unidos sobre el Golfo de Sidra.
En 1986, Washington lanzó ataques aéreos contra Libia que mataron a 60 soldados y civiles en respuesta a su presunta participación en el atentado a una discoteca en Berlín Occidental.
Al tratar de encontrar acomodo en el nuevo ambiente de la posGuerra Fría, en 2003 Gaddafi renunció a sus armas de exterminio masivo, incluyendo agentes químicos y un programa de armamento nuclear.
Sin embargo, promovió la creación de una nueva Unión Africana con base en el “dinar de oro” como respaldo de las monedas africanas—el Banco Central de África Occidental, por ejemplo, es controlado en 70% por el Banco de Francia—y también planeó, como el Irak de Saddam Hussein, vender el crudo ligero dulce libio de alta calidad en euros, yuanes y otras divisas distintas al dólar.
Asesinado por rebeldes cerca de Sirte, Gaddafi dejó atrás un país donde las divisiones tribales y regionales han sido explotadas por potencias extranjeras hasta el grado en que la Casa Blanca jugó con la idea de la partición de Libia, siguiendo el modelo de las antiguas provincias otomanas a principios del siglo XX: Tripolitania en el norte, incluyendo la capital; Cirenaica en el este con la ciudad rival de Bengasi y Fezzan en el sur.
La crisis de refugiados y migrantes que ha afectado al sur de Europa no puede entenderse sin tomar en cuenta las condiciones actuales de Libia.
De acuerdo con la ONU, las milicias están involucradas en el tráfico de personas, operan centros de detención y facilitan los cruces con barcos en el Mediterráneo.
En 2017, medios internacionales reportaron la existencia de un boyante mercado de esclavos en el país, donde jóvenes del África Occidental y SubSahariana eran vendidos por escasos USD $400.
El domingo pasado, el débil gobierno reconocido por la ONU del primer ministro Fayez el Sarraj anunció el inicio de una contraofensiva sobre Jalifa Haftar, el hombre fuerte de Bengasi, que bautizó a su avance como “Operación Volcán de Ira”.
Las dos partes intercambiaron ataques aéreos, más de 50 personas han perecido y unas 3,000 han sido desplazadas por la lucha en los suburbios de Trípoli.
Haftar, de 75 años y jefe del autoproclamado Ejército Nacional Libio (ENL), tomó parte en el golpe que instaló en el gobierno a Gaddafi, pero después cambió de bando.
Mientras permanecía en Chad como prisionero de guerra, Haftar fue cooptado por la CIA, que patrocinó su golpe contra el líder libio.
El intento fracasó y desde 1990 Haftar vivió en Langley, Virginia, donde adquirió la nacionalidad estadounidense.
En los últimos tres años de guerra de baja intensidad, Haftar se consolidó en Bengasi al derrotar a Al Qaeda, el Estado Islámico y otras facciones con ayuda de Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Rusia y Francia.
Para que la ofensiva del ENL tenga éxito, al entrar a Trípoli sin una gran batalla prolongada, Haftar necesita tomar la carretera entre la capital y Misrata, sede de poderosas milicias islámicas apoyadas por Argelia, Turquía y Qatar.
No obstante, en el siempre cambiante escenario bélico de las arenas del Magreb, lleno de movimientos, engaños y traiciones, la reunificación de Libia y el último capítulo del conflicto podría escribirse después de que se alcance un acuerdo político en la mesa de negociaciones, como la prevista para el fin de semana en la ciudad de Ghadames, aplazada el martes por la ONU debido al deterioro de la seguridad.

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